Dreams are renewable. No matter what our age or condition, there are still untapped possibilities within us and new beauty waiting to be born.

-Dale Turner-

lunes, 19 de enero de 2009

Cuando la casa de la abuela duerme

Hace poco volvi a la vieja casa de mi abuela.

Tuve la suerte o la tristeza de encontrarme solo entre sus paredes -Mientras escucho a Rachmaninoff empiezo a recordar- La luz pasa rápido y mi tamaño no es tal, me doy cuenta que soy pequeño una vez más.

Acabo de levantarme porque escucho la licuadora de la mañana, la misma que prepara el café con leche, como me encanta el sonido de ese aparato, apenas le oigo y salgo disparado hacia el. Mi abuela siempre me prepara algo rico para tomar, nunca falta el café con leche de las mañanas y cuando salgo corriendo hacia la cocina, la luz del día que nace me deja deslumbrado y apenas mis ojos llegan a acostumbrarse la veo muy alta, frente a mi.

Todas las noches duermo con ella, de la única manera posible: la envuelvo con una de mis piernas y le toco el lobulo de la oreja y solo así, me quedo dormido. Ahora empieza a servir el café pero antes me manda a lavarme los dientes y la cara, nunca tardé mucho haciendo esto asi que llego de nuevo a la mesa donde me espera la tan ansiada tasa, con un pedazo de pan dulce; Primero parto el pan en trozos, luego estos trozos los mojo, uno a uno en el café, como me encanta este sabor, para mi estos fines de semana son especiales pues me puedo levantar a la hora que quiera aunque lo hago temprano sólo para tenerla en este momento para mi. El resto de la casa duerme y ella se entretiene en la cocina mientras silba esa linda melodía que yo nunca supe de donde provino, algún día me gustaría componerle un concierto basado en ese tema. Sería un lindo regalo.

Me acabo de percatar que su viejo radio está encendido y la emisora YVKE mundial da las noticias del día. Nunca me interesaron las noticias pero siempre tuve curiosidad hacia el sonido que hacia un instrumento desconocido antes de cada titular.

Va preparando el desayuno y veo como sus manos entran y salen de la masa que se hace, voltea hacia mi y sonríe, yo le sonrío a la vez. Me gusta mucho verla cocinar en las mañanas, ver como los rayos del sol rebotan en su cabello negro y escucharla silbar esa dulce melodía, escuchar como tras ella silbar los canarios de la casa se alegran y empiezan a imitarle, cosa que me recuerda que debo darles de beber, tarea dificil pues a mis 9 años no alcanzo la jaula donde están, así que debo valerme de una silla que arrastro bajo la jaula para elevarme y sacar el potecito de agua, llenarlo y devolverlo rápido, así miro hacia donde está ella que me mira sonriente.

¿Asi está bien abuela? Me dice que si, que me apure que se me enfriará mi desayuno; Ahora veo mis manos grandes y mi desayuno sin sabor, volteo hacia donde estaba ella hace un momento y sólo veo un espacio vacío. Acabo de recordar, la mirada vaga, que ella murió hace unos meses y que yo ya no tengo 9 años. Termino mi comida en silencio con lagrimas que caen en el plato y los canarios que se fueron hace tiempo dejaron la jaula llena de plumas y cantos, mientras el resto de la casa duerme.

sábado, 22 de noviembre de 2008

Ephemera

Hace poco me compré un libro de poesía selecta de W.B. Yeats. El libro está en inglés, cosa que me pareció un acierto porque ese fue el idioma en que fue escrito su trabajo original y yo soy un fiel creyente de la pérdida que sufre un texto cuando se pasa de su fuente original a otro idioma.

Debido a esto, publico el poema original en inglés y una traslación hecha por mi, la cual refleja la manera en que lei ese poema. Espero no haber cometido muchos errores.

Primero leeran el poema en inglés y luego la traslación.

EPHEMERA
"Your eyes that once were never weary of mine
Are bowed in sorrow under their trembling lids,
Because our love is waning."
And then she:
"Although our love is waning, let us stand
By the lone border of the lake once more,
Together in that hour of gentleness
When the poor tired child, Passion, falls asleep:
How far away the stars seem, and how far
Is our first kiss, and ah, how old my heart!"
Pensive they paced along the faded leaves,
While slowly he whose hand held hers replied:
"Passion has often worn our wandering hearts."
The woods were round them, and the yellow leaves
Fell like faint meteors in the gloom, and once
A rabbit old and lame limped down the path;
Autumn was over him: and now they stood
On the lone border of the lake once more:
Turning, he saw that she had thrust dead leaves
Gathered in silence, dewy as her eyes,
In bosom and hair.
"Ah, do not mourn," he said,
"That we are tired, for other loves await us:
Hate on and love through unrepining hours;
Before us lies eternity; our souls
Are love, and a continual farewel."
Ahora en español
EFIMERA
"Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos
Se inclinan hoy con pesar bajo tus párpados oscilantes
Porque nuestro amor declina".
Y responde ella:
"Aunque nuestro amor se desvanezca,
Permanezcamos junto al borde solitario de este lago,
juntos en este momento especial
en el que la pasión, pobre criatura cansada, cae dormida.
¡Qué lejanas parecen las estrellas,y qué lejano
Nuestro primer beso,y qué viejo parece mi corazón!".
Pensativos caminan por entre marchitas hojas,
mientras él, lentamente, sosteniendo la mano de ella, replica:
"La Pasión ha consumido con frecuencia
nuestros errantes corazones".
Los bosques les rodeaban, y las hojas ya amarillas
caían en la penumbra como desvaídos meteoros,
entonces un conejo viejo y cojo renqueó camino abajo.
Sobre él, cae el otoño; y ahora ambos se detienen
a la orilla del solitario lago una vez más.
Volviéndose, vio que ella había arrojado unas hojas muertas,
húmedas como sus ojos y en silencio recogidas
sobre su pecho y su pelo.
"No te lamentes", dijo él,
"Que estamos cansados porque otros amores nos esperan:
Odiemos y amemos a través del tiempo imperturbable;
Ante nosotros yace la eternidad,nuestras almas
Son amor y un continuo adiós».

domingo, 2 de noviembre de 2008

En el jardín de los sueños

Allí estaba el jardinero sembrando esperanzas en su corazón. Volviendo cada día al patio de su amada.
Ella lo miraba con cariño y tras su sonrisa se escondía un pasado de dolor y sueños rotos.
El sembraba cada día nuevas rosas en su jardín.
Y el olor que ellas despedían, llegaba con el amor de las flores de las vidas pasadas.
Siempre supo el nombre de ella, siempre leyó su mente, siempre sintió su dolor.
La princesa lo miraba con una sonrisa pero se sentia malvada, a veces arrancaba las rosas del huerto y con sus palabras se lo recordaba a él.
Pero el jardinero volvía, día a día, a sembrar las rosas en su jardín.
El sabia que no era tan mala como ella pensaba y si lo fuese pondría incluso su vida en las dulces manos de ella.
Ella siempre le recordaba lo distante que podía ser cuando quería, lo mucho que podría lastimarle con sus palabras, pero se arrepentía cada vez que lo hacía. Se ponía triste al ver las rosas arrancadas de su jardín.
Pero el jardinero volvía día tras día a sembrar las rosas en su corazón, y aunque ver en ella la cara de auténtica felicidad fuera un sueño, el lo perseguía y aguardaba en silencio hasta que se durmiera el sol de la tarde cuando ella le dijera que lo amaba, o saber que ella era feliz, verdaderamente feliz.
El iba todo los días, a sembrar las rosas en su jardín, aguardando ese momento en silencio.

jueves, 30 de octubre de 2008

Esta soy yo amigos míos, soy toda yo.

Esta serie pretende ser una recopilación de mis poemas favoritos de la obra poética de Tagore titulada al igual que este blog "El jardinero" Les presento a todos este, uno de mis favoritos de la obra; el poema número 8.


La lámpara se extinguió junto a mi cama, y al amanecer me desperté con los pájaros.

Me senté ante la ventana abierta y adorné mis cabellos sueltos con una guirnalda de flores.

Por entre la neblina rosada del alba vi al joven viajero que avanzaba por el camino.

Traía al cuello un collar de perlas y los rayos del sol resplandecían en su corona. Se detuvo ante mi puerta y me preguntó, ávido: ‘¿Dónde está ella?’

Avergonzada, no acerté a decirle: ‘Ella soy yo, joven viajero, ella soy yo’.

Caía la tarde y la lámpara no se había encendido. Distraídamente, yo trenzaba mis cabellos.

El joven viajero llegó en su carroza, envuelto en el esplendor del sol poniente.

Sus caballos despedían espuma y sus vestidos estaban cubiertos de polvo.

Descendió ante mi puerta y me preguntó con voz cansada: ‘¿Dónde está ella?’

Avergonzada, no acerté a decirle: ‘Ella soy yo, fatigado viajero, ella soy yo’.

En la noche de abril arde la lámpara en mi estancia.

Sopla dulcemente la brisa del sur.

El escandaloso loro duerme en su jaula.

Mi vestido tiene el color del cuello de un pavo real y mi manto es verde como la hierba nueva.

Estoy sentada en el suelo, cerca de la ventana, contemplando la calle desierta.

A través de la noche oscura murmuro sin cesar: ‘Ella soy yo, viajero desesperanzado, ella soy yo’.

lunes, 20 de octubre de 2008

El aire que hoy me atraviesa

Hoy fue un día normal como cualquier otro.
me levanté de madrugada, me arreglé y fui al trabajo
Alli como todos los días subi y bajé entre andamios.

nubes de polvo y concreto.

el resto carece de importancia
ha sido como cualquier día.

Entonces llega a mi tu recuerdo
tu recuerdo y mi inevitable fiesta de grado
tu recuerdo y la comida que me prometiste para celebrarlo
tu recuerdo al lado de mi toga y mi medalla.

Tu recuerdo que será sólo eso
un recuerdo.

Quisiera sentirme como antes pero no hoy
hoy solo siento.
el aire que me atraviesa.

martes, 14 de octubre de 2008

Algún día...

Algún día escribiré un poema que no mencione
el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un poema sin pájaros
ni fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar
los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré
un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día escribiré un poema, el canto de mí dicha.

Darío Jaramillo Agudelo

domingo, 5 de octubre de 2008

Ella vivía bajo el estanque de escalones quebrados

Vivía bajo el estanque de escalones quebrados. ¡Cuántos anocheceres contempló la luna, aturdida de tanto oír el entrechocar de las hojas de bambú! ¡Cuántos días de lluvia aspiré el olor a tierra húmeda que surgía de los tiernos tallos de arroz!

Su apelativo cariñoso lo conocen las palmeras y los patios donde se sientan las muchachas a charlar mientras bordan los edredones el invierno. El agua del estanque guarda en su fondo la forma de su cuerpo nadando, y sus pies húmedos han dejado sus huellas, día tras día en el sendero que lleva al pueblo.

Todas las mujeres, que hoy llevan sus cántaros al agua, la han visto sonreir con sus bromas, y el viejo campesino de los bueyes, solía detenerse en su puerta a diario para saludarla.

¡Cuántos veleros cruzan este pueblo; cuántos caminantes se hechan a descansar bajo el baniano; cuánta gente lleva el transbordador al mercado! Pero nadie se fija nunca en ese lugar del camino, junto al estanque de escalones quebrados, donde vivía aquella a la que amo.

R.T.