como caminos desesperados que huyeron de los bosques.
Su vista era corta y su olfato quizás inservible,
aún así imaginaba a la piedra que caería de la montaña.
De ella en ella armó su suelo otoñal:
pesadas son las hojas, profunda la caída.
Y que larga.
Seguirá soñando con flores que trepan a los árboles en primavera.
Pero son esos, sonidos cavernosos que laten en el fondo del mar como piedras.
Él sigue cayendo en la oscuridad.
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