Hoy he recordado a una persona muy especial, de la que no sé si recuerdo su nombre.
No recuerdo tampoco la primera vez que la vi, pero si la última.
Éramos niños y ella ocupaba el pupitre tras el mío.
En realidad yo ocupaba el pupitre frente a ella.
El día de su cumpleaños le regalé un osito de plástico transparente relleno de bolitas de colores.
Él, le regaló unos zarcillos de oro.
No estoy seguro si memoricé bien el nombre de ella, es italiano pero el de él lo hice perfectamente:
Andrés Bello.
Recuerdo, nos peleábamos por saber quien la trataba mejor.
A quien podría sonreirle o a quien hablarle, no puedo mentir, entonces y ahora soy pésimo en el arte de la seducción.
Ella habita entre mis memorias más felices, era 1992 y nuestros juegos lo ocupaban las olimpiadas de Barcelona.
Me molesta no estar seguro cómo se llamaba pero la mascota de las olimpiadas se llamaba Coby.
Lo supe un día leyendo con ella su ordenador de juguete.
Mi día más feliz llega con el último día de clases. Las niñas habían organizado un intercambio de regalos.
Ella se acercó a mi y me regalo una calculadora. Wao
Uno de los mejores regalos de mi vida y pensar que lo primero que hice fue mirarle la cara a Andrés Bello.
Mi mamá y una tía me esperaban a la salida y ya sabían que me gustabas mucho. Así que me hicieron despedirme de ti con un beso en la mejilla.
Si, mi primer beso fue tuyo.
Dos años después fui a preguntar por ti en tu casa: paredes verdes y rejas grises. Pero no estabas.
Mientras escribo esto hablo con una persona que he pensado que podrías ser tú.
Lástima. No volví a verte.
Que estupendo sería tener la oportunidad de poder invitarte un café.
martes, 2 de abril de 2013
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1 comentarios:
Aaaawww! :(
Que triste pero que bonito al mismo tiempo.
Y recordar tantos detalles pero ser incapaz de recordar su nombre, es muy curioso.
Me recordó un tanto una canción de Green Day.
Me gustó el final, tener la duda de que alguien pueda ser quien esperas.
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