y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora:
Tiempo de nacer
y tiempo de morir,
tiempo de plantar
y tiempo de arrancar lo plantado,
tiempo de matar
y tiempo de curar,
tiempo de destruir
y tiempo de edificar,
tiempo de llorar
y tiempo de reir,
tiempo de hacer duelo
y tiempo de bailar,
tiempo de esparcir piedras
y tiempo de juntarlas,
tiempo de abrazar
y tiempo de abstenerse de abrazar,
tiempo de buscar
y tiempo de perder,
tiempo de guardar
y tiempo de tirar,
tiempo de rasgar
y tiempo de coser,
tiempo de callar
y tiempo de hablar,
tiempo de amar
y tiempo de aborrecer,
tiempo de guerra,
y tiempo de paz.
¿Qué provecho obtiene el que trabaja de aquello en que se afana?
He visto el trabajo que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que se ocupen en él.
Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin.
Sé que no hay para el hombre cosa mejor que alegrarse y hacer bien en su vida,
y también que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce de los beneficios de toda su labor.
Sé que todo lo que Dios hace es perpetuo:
Nada hay que añadir ni nada que quitar.
Dios lo hace para que delante de él teman los hombres.
Lo que antes fue, ya es,
y lo que ha de ser, fue ya;
y Dios restaura lo pasado.
Eclesiastés 3.1-15
Porque los viejos textos poéticos son textos religiosos, o los textos religiosos son viejos textos poéticos.
viernes, 21 de enero de 2011
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2 comentarios:
Amén.
Oremos entonces poesía.
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