el sueño del lobo y del zorro,
el ámbar del laurel,
las joyas de oro en el pecho del cadáver,
los escarabajos y la hiedra escucharán las órdenes del sol:
Piedra, sé piedra.
Lobo, sueña crueldades.
Ámbar, fluye por la corteza, mata al laurel.
Que a la mujer la entierren.
Que el hombre tome el camino.
Que el río se apresure.
Que el zorro sueñe ardides.
Que nadie vea hombres en las piedras de río,
que nadie escarbe, horade, desentierre o ría.
Que la niebla se disuelva y deje espacio a la luz.
Que el pez duerma.
Pero no hay oído que escuche el dictado del sol.
Simple, el retardo de la niebla es dueño de todo.
Ha detenido al tiempo, ha escondido al día.
Él será emperador, ella habitará palacio,
Caminará, aprenderá las formas,
será joya del tesoro imperial brillando con la memoria del entierro,
y de beso en beso irán los dos puliendo un lecho de carbón para cuentos y lágrimas,
un lecho de agua y de tierra,
de cobijas de tierra,
un lecho enterrado.
Y volveré a nacer de ti, de tu leche beberé,
Observaré los escarabajos sin peinarme nunca,
con tus besos haré crecer mi cuerpo, seré tu hijo alacrán, serás el mío,
nos comeremos los dos retardando aún más la atmósfera.
Nunca llegarán a desenterrarnos.
Nuestros huesos hablarán con el nido del mirlo.
Oirán volar las hojas, prohibirán que se abran las semillas,
retoñarán nuestras carnes para que volvamos a comérnoslas.
No habrá tiempo. No seremos viejos. No moriremos. No dejaremos nunca de besarnos.
No te veré a ti, ni tú a mi, fascinados por el rito negro de los escarabajos.
El lobo soñará con la niebla.
El sueño del zorro será suave pausa retardando.
Habrá en el aire el retardo de la niebla,
en los árboles la tersura de la niebla, la suavidad,
y en el río la pausa de la niebla.
Carmen Boullosa
domingo, 23 de octubre de 2011
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