Dreams are renewable. No matter what our age or condition, there are still untapped possibilities within us and new beauty waiting to be born.

-Dale Turner-

sábado, 22 de noviembre de 2008

Ephemera

Hace poco me compré un libro de poesía selecta de W.B. Yeats. El libro está en inglés, cosa que me pareció un acierto porque ese fue el idioma en que fue escrito su trabajo original y yo soy un fiel creyente de la pérdida que sufre un texto cuando se pasa de su fuente original a otro idioma.

Debido a esto, publico el poema original en inglés y una traslación hecha por mi, la cual refleja la manera en que lei ese poema. Espero no haber cometido muchos errores.

Primero leeran el poema en inglés y luego la traslación.

EPHEMERA
"Your eyes that once were never weary of mine
Are bowed in sorrow under their trembling lids,
Because our love is waning."
And then she:
"Although our love is waning, let us stand
By the lone border of the lake once more,
Together in that hour of gentleness
When the poor tired child, Passion, falls asleep:
How far away the stars seem, and how far
Is our first kiss, and ah, how old my heart!"
Pensive they paced along the faded leaves,
While slowly he whose hand held hers replied:
"Passion has often worn our wandering hearts."
The woods were round them, and the yellow leaves
Fell like faint meteors in the gloom, and once
A rabbit old and lame limped down the path;
Autumn was over him: and now they stood
On the lone border of the lake once more:
Turning, he saw that she had thrust dead leaves
Gathered in silence, dewy as her eyes,
In bosom and hair.
"Ah, do not mourn," he said,
"That we are tired, for other loves await us:
Hate on and love through unrepining hours;
Before us lies eternity; our souls
Are love, and a continual farewel."
Ahora en español
EFIMERA
"Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos
Se inclinan hoy con pesar bajo tus párpados oscilantes
Porque nuestro amor declina".
Y responde ella:
"Aunque nuestro amor se desvanezca,
Permanezcamos junto al borde solitario de este lago,
juntos en este momento especial
en el que la pasión, pobre criatura cansada, cae dormida.
¡Qué lejanas parecen las estrellas,y qué lejano
Nuestro primer beso,y qué viejo parece mi corazón!".
Pensativos caminan por entre marchitas hojas,
mientras él, lentamente, sosteniendo la mano de ella, replica:
"La Pasión ha consumido con frecuencia
nuestros errantes corazones".
Los bosques les rodeaban, y las hojas ya amarillas
caían en la penumbra como desvaídos meteoros,
entonces un conejo viejo y cojo renqueó camino abajo.
Sobre él, cae el otoño; y ahora ambos se detienen
a la orilla del solitario lago una vez más.
Volviéndose, vio que ella había arrojado unas hojas muertas,
húmedas como sus ojos y en silencio recogidas
sobre su pecho y su pelo.
"No te lamentes", dijo él,
"Que estamos cansados porque otros amores nos esperan:
Odiemos y amemos a través del tiempo imperturbable;
Ante nosotros yace la eternidad,nuestras almas
Son amor y un continuo adiós».

domingo, 2 de noviembre de 2008

En el jardín de los sueños

Allí estaba el jardinero sembrando esperanzas en su corazón. Volviendo cada día al patio de su amada.
Ella lo miraba con cariño y tras su sonrisa se escondía un pasado de dolor y sueños rotos.
El sembraba cada día nuevas rosas en su jardín.
Y el olor que ellas despedían, llegaba con el amor de las flores de las vidas pasadas.
Siempre supo el nombre de ella, siempre leyó su mente, siempre sintió su dolor.
La princesa lo miraba con una sonrisa pero se sentia malvada, a veces arrancaba las rosas del huerto y con sus palabras se lo recordaba a él.
Pero el jardinero volvía, día a día, a sembrar las rosas en su jardín.
El sabia que no era tan mala como ella pensaba y si lo fuese pondría incluso su vida en las dulces manos de ella.
Ella siempre le recordaba lo distante que podía ser cuando quería, lo mucho que podría lastimarle con sus palabras, pero se arrepentía cada vez que lo hacía. Se ponía triste al ver las rosas arrancadas de su jardín.
Pero el jardinero volvía día tras día a sembrar las rosas en su corazón, y aunque ver en ella la cara de auténtica felicidad fuera un sueño, el lo perseguía y aguardaba en silencio hasta que se durmiera el sol de la tarde cuando ella le dijera que lo amaba, o saber que ella era feliz, verdaderamente feliz.
El iba todo los días, a sembrar las rosas en su jardín, aguardando ese momento en silencio.

jueves, 30 de octubre de 2008

Esta soy yo amigos míos, soy toda yo.

Esta serie pretende ser una recopilación de mis poemas favoritos de la obra poética de Tagore titulada al igual que este blog "El jardinero" Les presento a todos este, uno de mis favoritos de la obra; el poema número 8.


La lámpara se extinguió junto a mi cama, y al amanecer me desperté con los pájaros.

Me senté ante la ventana abierta y adorné mis cabellos sueltos con una guirnalda de flores.

Por entre la neblina rosada del alba vi al joven viajero que avanzaba por el camino.

Traía al cuello un collar de perlas y los rayos del sol resplandecían en su corona. Se detuvo ante mi puerta y me preguntó, ávido: ‘¿Dónde está ella?’

Avergonzada, no acerté a decirle: ‘Ella soy yo, joven viajero, ella soy yo’.

Caía la tarde y la lámpara no se había encendido. Distraídamente, yo trenzaba mis cabellos.

El joven viajero llegó en su carroza, envuelto en el esplendor del sol poniente.

Sus caballos despedían espuma y sus vestidos estaban cubiertos de polvo.

Descendió ante mi puerta y me preguntó con voz cansada: ‘¿Dónde está ella?’

Avergonzada, no acerté a decirle: ‘Ella soy yo, fatigado viajero, ella soy yo’.

En la noche de abril arde la lámpara en mi estancia.

Sopla dulcemente la brisa del sur.

El escandaloso loro duerme en su jaula.

Mi vestido tiene el color del cuello de un pavo real y mi manto es verde como la hierba nueva.

Estoy sentada en el suelo, cerca de la ventana, contemplando la calle desierta.

A través de la noche oscura murmuro sin cesar: ‘Ella soy yo, viajero desesperanzado, ella soy yo’.

lunes, 20 de octubre de 2008

El aire que hoy me atraviesa

Hoy fue un día normal como cualquier otro.
me levanté de madrugada, me arreglé y fui al trabajo
Alli como todos los días subi y bajé entre andamios.

nubes de polvo y concreto.

el resto carece de importancia
ha sido como cualquier día.

Entonces llega a mi tu recuerdo
tu recuerdo y mi inevitable fiesta de grado
tu recuerdo y la comida que me prometiste para celebrarlo
tu recuerdo al lado de mi toga y mi medalla.

Tu recuerdo que será sólo eso
un recuerdo.

Quisiera sentirme como antes pero no hoy
hoy solo siento.
el aire que me atraviesa.

martes, 14 de octubre de 2008

Algún día...

Algún día escribiré un poema que no mencione
el aire ni la noche;
un poema que omita los nombres de las flores,
que no tenga jazmines o magnolias.
Algún día te escribiré un poema sin pájaros
ni fuentes, un poema que eluda el mar
y que no mire a las estrellas.
Algún día te escribiré un poema que se limite a pasar
los dedos por tu piel
y que convierta en palabras tu mirada.
Sin comparaciones, sin metáforas, algún día escribiré
un poema que huela a ti,
un poema con el ritmo de tus pulsaciones,
con la intensidad estrujada de tu abrazo.
Algún día escribiré un poema, el canto de mí dicha.

Darío Jaramillo Agudelo

domingo, 5 de octubre de 2008

Ella vivía bajo el estanque de escalones quebrados

Vivía bajo el estanque de escalones quebrados. ¡Cuántos anocheceres contempló la luna, aturdida de tanto oír el entrechocar de las hojas de bambú! ¡Cuántos días de lluvia aspiré el olor a tierra húmeda que surgía de los tiernos tallos de arroz!

Su apelativo cariñoso lo conocen las palmeras y los patios donde se sientan las muchachas a charlar mientras bordan los edredones el invierno. El agua del estanque guarda en su fondo la forma de su cuerpo nadando, y sus pies húmedos han dejado sus huellas, día tras día en el sendero que lleva al pueblo.

Todas las mujeres, que hoy llevan sus cántaros al agua, la han visto sonreir con sus bromas, y el viejo campesino de los bueyes, solía detenerse en su puerta a diario para saludarla.

¡Cuántos veleros cruzan este pueblo; cuántos caminantes se hechan a descansar bajo el baniano; cuánta gente lleva el transbordador al mercado! Pero nadie se fija nunca en ese lugar del camino, junto al estanque de escalones quebrados, donde vivía aquella a la que amo.

R.T.

jueves, 2 de octubre de 2008

Una elegía

Mirta Rosenberg, Argentina, nacida en Rosario, poco puedo decir de ella más de lo que trae este poema. Sólo que él mismo, al igual que este blog... Es una elegía.

En la época de mi madre
las mujeres eran probables.
Mi madre se sentaba junto a mi abuela
y las dos eran completamente de carne y hueso.

Yo soy apenas una secuela estable
de aquel exceso de realidad.

Y en la ansiedad del pasado indefinido,
en el aspecto durativo de elegir,
escribo ahora: una elegía.

En la época de mi madre
las mujeres eran perdurables,
completamente hueso y carne.
Mi madre se ponía el collar
de plata y de turquesas
que mi padre le había traído de Suecia
y se sentaba a la mesa como una especie exótica,
para que todo se volviera más grande que la vida,
y cualquier ficción fuera posible.

En la época de mi madre, las mujeres
eran un quid: Mi madre nos contó
a mi hermano y a mi: "cuando salía de la escuela,
iba a buscar a mi padre al trabajo,
en Santa Fe, y los compañeros le decían es un biscuit,
tu hija es un biscuit", un bizcocho estando muy enferma,
una porcelana exquisita todavía para nosotros,
y mi hermano apurándola: "¿Y?"

No sé que es un biscuit, ¿Una especie exótica
algo de todos modos, especial? Igual
andaba delicadamente por la casa, rozando los ochenta
como se roza una herida
con una gasa.

En la época de mi madre
las mujeres eran muy visibles.
Mi madre se miraba en los espejos
y yo no llegaba a abarcar
su imagen con mis ojos. Me excedía,
la intuía a lo lejos como algo que se añora.

Como ahora,
una elegía.

A la criatura adorable
fijada en lo remoto de la foto,
que ya a los ocho años parecía
más grande que la vida: te extraño,
aunque no te conocía. Eso fue antes
que a mí me dieras la vida
en un tamaño apenas natural.

Igual,
una elegía.

Y a la otra de la foto que espero
conservar, la mujer bella que sostiene
el libro ante la hija de un año
en el engaño de la lectura:
te quiero por lo que dura, y es suficente
leer en el presente, aunque se haya apagado
tu estrella.

Por ella,
una elegía.

Ahora soy la fotografía
y vos el líquido revelador. Tu muerte
me convierte en yo: como una ciencia aplicada
soy la causa y el efecto,
el ensayo y el error, este vacío
de la nada que golpea mi corazón
como cáscara vacía.

Una elegía cada vez con más razón.

domingo, 21 de septiembre de 2008

El beso mágico

Esta será la próxima historia en ser escrita: La de la música silenciosa, la del beso sin fin.

Dejarás que mi rostro repose sobre tu pecho y los latidos de tu corazón caerán sobre mi cara como caricias.
Guardarás las letras del amor imposible, y el beso que se convirtió en canto.
El deseo convertido en piedra toma la forma de una madre sosteniendo al hijo en un abrazo de luz.
Los amantes secretos seguirán con sus vidas separadas de largo tiempo y los recuerdos en común caerán como las hojas en otoño.
Pero algún día se volverá a escuchar el beso que se volvió canto. Quedando ambos envueltos de música y volviendo a las letras que olvidaron.
Al leer las cartas que guardaron volverán todos los recuerdos de los besos nunca dados y revivirán la gloria de esa juventud como si tuvieran una segunda vida, como si vivieran dos veces, hasta que acabe la tonada que hoy he traido para ti.
Ellos se perderán de nuevo en sus casas de papel pero ahora con una conciencia de lo eterno que se hizo canción...
Y volverán a ese beso una y otra vez hasta que el sueño olvidado se realice en el recuerdo.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Un fuego viviente

El post de hoy es dedicado a DH Lawrence, genial escritor inglés de comienzos de siglo XX que se vió sometido a innumerables censuras. Esta noche es especial, es una noche apasionada, noche donde la sangre se calienta y recorre el cuerpo dejando tras de si vestigios carmesí de pasión y desenfreno. Donde hay pasión hay amor o viceversa. Lawrence era un escritor sincero, sus personajes se entretenían entre sus instintos pasándo de piel a piel de boca a boca intecambiando confundidos sueños y fluidos. Mis libros favoritos de él son: El amante de Lady Chaterley y Mujeres enamoradas.

Leyendo a Lawrence se llega a entender que el órgano sexual más poderoso de todo el cuerpo es el cerebro y que sólo basta imaginar un poco para poder disfrutar de una experiencia de este tipo. El, además nos deleita con un lenguaje que se acerca a lo poético pero sin dejar de lado su lenguaje sin dilaciones, como escribió Isabel Allende: Escribir no es sólo sacar al conejo del sombrero, hay que hacerlo con estilo y elegancia. Este fragmento que cito a continuación pertenece a una de mis partes favoritas de la novela de Lawrence "Mujeres enamoradas".

"Ella siguió con las manos la línea de la espalda y los muslos de él, por su parte posterior, y un fuego viviente la recorrió, desde el hombre, con una fuerza oscura. Era un oscuro flujo de pasión eléctrica que ella liberaba en su compañero y atraía hacia si. Había establecido un rico circuito nuevo, una nueva corriente de energía eléctrica pasional que, liberada de los polos más oscuros del cuerpo, fluia entre ambos en un circuito perfecto. Era un oscuro fuego de electricidad que manaba de él hacia ella y les inundaba a ambos de una paz y satisfacción maravillosas.
- Amor mio - Exclamó levantando el rostro hacia él, sus ojos, su boca entreabiertos por el éxtasis.
- Amor mio - respondió el hombre, acercándose a ella y besándola, besándola sin parar."

sábado, 13 de septiembre de 2008

Si pudiera elegir mi paisaje

Si pudiera elegir mi paisaje de cosas memorables, mi paisaje de otoño desolado, elegiría, robaría esta calle que es anterior a mí y a todos. Ella devuelve mi mirada inservible, la de hace apenas quince o veinte años cuando la casa verde envenenaba el cielo. Por eso es cruel dejarla recién atardecida con tantos balcones como nidos a solas y tantos pasos como nunca esperados. Aquí estarán siempre, aquí, los enemigos, los espías aleves de la soledad, las piernas de mujer que arrastran a mis ojos lejos de la ecuación de dos incógnitas. Aquí hay pájaros, lluvia, alguna muerte, hojas secas, bocinas y nombres desolados, nubes que van creciendo en mi ventana mientras la humedad trae lamentos y moscas. Sin embargo existe también el pasado con sus súbitas rosas y modestos escándalos con sus duros sonidos de una ansiedad cualquiera y su insignificante comezón de recuerdos. Ah si pudiera elegir mi paisaje elegiría, robaría esta calle, esta calle recién atardecida en la que encarnizadamente revivo y de la que sé con estricta nostalgia el número y el nombre de sus setenta árboles.

Mario Benedetti



Si yo pudiera elegir mi paisaje, no sería el de mi otoño sino de mi primavera, en el tiempo en que mi paisaje era mi casa, la casa grande en donde se arremolinan tus dulces recuerdos, el paisaje de lluvia que tu llenabas de aroma de café y olor a tierra mojada. La casa de la playa que era como la del viento marino; toda palpitante de gaviotas. La casa fria llena de bruma, donde se arremolinaban los espiritus para jugar conmigo en horas ociosas. La casa del páramo: que caia en picada sobre una caja de cartón entre los bosques de fresas. La casa nueva que me despedia en chocolate caliente y me recibia en un baño de té frio. La casa del lago que por bella sólo vive en la imaginación. Y la casa del jardín; la casa verde. Que vivirá con tu recuerdo y el mio hasta que se me acaben los días o se deje llevar por el viento, entre sus muros de palabras.

martes, 9 de septiembre de 2008

Las telas bordadas del cielo

Hablar del poemario "El jardinero" de Tagore me obliga a comentar un poco de la persona a quien fue dedicado. Esa persona es W. B. Yeats. Poeta y dramaturgo irlandés, junto a Tagore la poesía de Yeats parece hecha de magia, el propio Rabindranath tenía la imagen que yo me he formado desde siempre de un mago de Tolkien.
La poesía de Yeats está llena de simbolismo de leyendas, en el mayor de los casos de la cultura celta. Hurgando entre su biografía me encuentro que estuvo profundamente enamorado de una mujer... y de su hija pero rechazado por ambas. El poema escrito a continuación es mi poema favorito, no pasa un día sin que piense en él. Citarlo en su idioma original (inglés) hace que el espacio se sumerja entre versos de magia y de amor, algún día comenzaré a hablarles de la palabra, sobre todo de la palabra poética que son palabras esenciales, si habláramos con poesía todo el humo salido de la boca serían en definitiva, palabras esenciales.
Aún no he podido explicarme toda la belleza oculta en este poema, pues al tratar de hacerlo, sólo se visualizan a grandes rasgos dos cosas: Un anhelo que flota entre las telas telas del cielo, unas ganas deseperadas de alcanzar a la mujer amada que descanza en la lejanía. La seguna parte que veo es que al verse su anhelo de ofrenda impedido, decide regalarle una cosa que parece insignificante pero siento que en el verso cae como una lágrima; Me refiero a sus sueños.


"Si tuviera las telas bordadas del cielo
Hechas delicadamente de la luz de oro y plata
Las telas azules, las tenues y oscuras
De la noche y la luz y la media luz.
Las extendería bajo tus pies
Pero como soy pobre, sólo tengo mis sueños
He extendido mis sueños bajo tus pies.
Pisa suavemente, porque pisas mis sueños."

lunes, 8 de septiembre de 2008

El jardinero

Empezar a escribir no difiere mucho de empezar a pintar. Uno se acerca al lienzo en blanco y lo observa con temor, puede salir algo maravilloso pero igual podría suceder todo lo contrario. Alli se encuentran todos tus miedos, alli se refleja en esa nada de blanco, esos sueños que esperan tener forma. Esta, mi primera entrada en el blog quiere por si misma dar justificación al título con el que lo he bautizado: "El jardinero" En homenaje al poemario del mismo nombre escrito por Tagore; el poeta de la sencillez, y de una persona que fue en vida muy especial para mi, para ti princesa, van cada una de estas palabras, como flores de este jardín de historias que hoy he decidido comenzar a sembrar para que tu vivas en él. Para ti, todo yo. Para ti... El jardinero.

- ¡Apiadate de mi, Reina mia!
- Pero ¿De dónde sales ahora, cuando ya todos han partido?
- Por eso; porque mi hora es la última de todas. Vengo a preguntaros qué os queda que mandar a vuestro último esclavo.
- ¿Qué quieres que te diga tan tarde?
- Pues hacedme jardinero de vuestro jardín.
- ¡Jardinero de mi jardín!... ¿Estás loco?
- No... abandonaré todo lo demás. Dejaré las espadas y lanzas. ¡Y no me mandéis a cortes lejanas, ni me pidáis nuevas conquistas! ¡No quiero ser otra cosa que jardinero de vuestro jardín!
- Y ¿qué vas a hacer?
- Os serviré en vuestros días de ocio. Mantendré verde la hierba del sendero por donde vas cada mañana, y mis flores os colmarán de bendiciones. Os meceré en un columpio que haré para vos en el saptaparna, y la luna crepuscular besará vuestra falta entre las hojas. Cambiaré el aceite perfumado de la lámpara de vuestra alcoba. Adornaré vuestra tarima con azafrán y sándalo...
- ¿Y qué querras por recompensa?
- Que me dejeis entremis manos vuestras manitas perfumadas y enlazar vuestras muñecas con cadenas de flores; que me dejéis pintar vuestros pies con sangre de ashoca y quitaros el polvo con mis besos...
-... Desde hoy eres el jardinero de mi jardín.